sábado, 15 de noviembre de 2014

La dama de hierro de la siesta

Hace tres décadas, yo era quien peleaba a mi abuela para no dormir la siesta. Hicimos miles de pactos inexistentes y en todos terminó ganando ella. Claro, mujer oriunda de la Argentina profunda, pero bien profunda. Más precisamente de un pueblito llamado Estación Herrera, donde la siesta era sagrada. No volaba una mosca, ni las chicharras se animaban a romper el silencio que se daba religiosamente entre las 13 y las 15 hs.Y a pesar de que modificó muchas de sus costumbres entre el campo y la ciudad, la siesta era como su bastión infranqueable. Tal vez un recuerdo que la acercaba a esa añoranza.

Hoy, del otro lado del mostrador, soy yo la que persigue a Joaco cada fin de semana para que duerma un poquito. Y la entiendo más que nunca. Le pedís, le implorás, le suplicás y (si insiste) le obligás a dormir. No sólo porque después se pone insoportable, sino porque una necesita una horita de paz. Sin llantos, sin peleas por juguetes o dibujitos, sin "Maaas" que te corten toda charla insipiente...

Pero claro, como  lo que se hereda no se roba... Joaco insiste en no dormir y yo como mi abuela - pero con bastante menos paciencia lucho por lo contrario. Recuerdo cómo ella cada mediodía juntaba la mesa, lavaba los platos y ni hacía falta que lo diga "todos a dormir la siesta". Sea la hora que sea hasta las 15 la casa era una tumba. Y guay del que intentase levantarse antes. Aquella mujer dulce, buenaza entrañable, a la 1 de la tarde (como la cenicienta pero alrevés)  se convertía en la Margaret Tacher de la siesta, y no había cristo que no durmiera. Por supuesto que cada tarde en silencio ideábamos planes con mis hermanos para escapar de aquel tedio somnoliento. Pero todo fue sin suerte. La siesta no se negociaba. Inventamos tener hambre, sed, ir al baño, leer cuentos, tener que hacer tarea, y nada. 

Creo que recién en el secundario, cando ella ya se quedó sin fuerzas o nosotros realmente teníamos muchas tareas, dejamos aquel hábito maravilloso que hoy extraño. Un poco menos que a mi abuela. Es curioso ver y sentir, como esta revisión de vida que significa ser madre nos lleva y trae constantemente del presente al pasado y viceversa. Añorando personas, descansos, momentos. M..(ZZzz)


lunes, 8 de septiembre de 2014

Crónica de un sueño anunciado

23:45 me voy a dormir fusilada después de disfrutar de un domingo interminable 100% junto a los niños. 2:00 am Tose y mañerea repetidas veces el bebé. Le pongo el chupete y vuelvo a dormir. 4:00 am: me despierta Hijo de 4 al pegarse a mi lado de la cama pidiéndome que lo deje dormir ahí. Lo dejo porque desfallezco de sueño. Me estruja contra su padre, Reflexiono (es el 3er día consecutivo) Me enojo, lo levanto y mientras discutimos lo llevo hasta su cama. Se acuesta. Me quedo tirada en el fiaca con la vana ilusión de que se duerma rápido. Ojos de 2 de oro. Le tiene miedo al ruido de los aviones (cree que son truenos). Pienso (se muere si vive cerca de una vía de tren). 5:30 Tose y medio llora el bebe. Creyendo que el grande está dormido me levanto. Hijo de 4 se despierta y me mira con cara de ¿A dónde vas? Le digo: "voy a ver a tu hermano y vuelvo". Miento. Le pongo el chupete y regreso a mi tan ansiada cama. No bien cierro los ojos arranca sonata en do menor de los ronquidos estruendosos de marido. (no te puedo creeeeer grito mentalmente). Paren el mundo que me quiero bajar...No se cómo concilio el sueño. 6:15 Llora el bebe porque quiere la leche. Mi yo zombie la prepara y se la da en mi cama con la peregrina idea de que al terminar de tomar se duerma y yo pueda hacer lo mismo los pocos minutos que me restan. 6:45 Lo obvio, recién termina de tomar el bebé y suela el despertador. Me baño de memoria, en automático, y al llegar a la cocina descubro que no hay café.

sábado, 24 de mayo de 2014

Bellas

Después de tres meses de dieta estricta, y casi 10 kilos menos, encontrarse con un video como el que traigo es sumamente alentador. Ver una idea maravillosa de un sinfín de madres únicas que se animan a salir semidesnudas (tipo Playboy con onda Ser Padres hoy) para mostrar sus cuerpos reales después de tener hijos es genial. Una idea de la fotógrafa Jade Beall, que nació como un manifiesto en su web y terminó siendo un libro de muchas mujeres más que como ella, querían mostrarle al mundo sus cuerpos "maternizados". Una madres que conjugó su profesión con la maternidad para que veamos algo que jamás veremos en las revistas de Futura Mamá. Un pasito indispensable para amigarnos con nuestro cuerpo, para volver a sentirnos bellas, más allá de la panza, las estrías, las ojeras y las "intervenciones" de los hijos en nuestras vidas.

Una Fotografía Encendió La Chispa Para Que Muchas Madres Nos Muestren Como Se Ve Su Cuerpo Después De Tener Hijos

Enjoy!
https://www.youtube.com/watch?v=g-PUG8nJZPA

viernes, 16 de mayo de 2014

¿Qué debe saber un chico de 4 años?



 Hoy me desperté leyendo este artículo de la Lic. Miriam I Martínez y automáticamente me obligué a compartirlo con ustedes. Es medio larguito pero creeme que cada palabra vale la pena...

Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y medio, no sabían lo suficiente. "¿Qué debe saber un niño de cuatro a...
ños?", preguntaba.

Las respuestas que leí me llamaron mucho la atención. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse.

Pensé que probablemente la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. Pero atención!!! La infancia no debe ser una carrera que arroja por resultado niños ganadores y niños perdedores.

Alicia Bayer, una mujer norteamericana que se interesa por los temas de infancia y educación, hace una lista de aquellas cosas importantes que debe saber un niño/a de 4 años. Me pareció hermosa y la comparto:

1.Debe saber que lo quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento.

2.Debe saber que está a salvo y además cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre lo va a apoyar.

3.Debe saber reír y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas.

4.Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.

5.Debe saber que el mundo es mágico y él también. Debe saber que es fantástico, listo, creativo, compasivo y maravilloso. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como aprender los números. Mejor dicho, mucho más.

Pero más importante es lo que deben saber los padres:

1.Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después.

2.Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro no son los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes caros, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a compartir momentos de juego, lectura, dibujos y risas con sus hijos.

3.Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las "ventajas" que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada.

4.Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y, lo más importante, libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes creativos como los LEGO y los de encastre, una buena cantidad de témperas y plastilinas, los instrumentos musicales, los disfraces, y libros y más libros. Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.

5.Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, fultbol e ingles mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.

 Tal como decía ella, creo que tenemos mucho para reflexionar como padres, educadores, o el rol que nos una con la infancia. ¿Vos qué pensás?

 

miércoles, 29 de enero de 2014

Despedida

Siempre me costaron las despedidas pero hoy creo que empecé a sentir eso que llaman "vivir a través de los hijos". Hacía días que venía charlando con elpadre que teníamos que contarle a Joaco que iba a dejar del todo la guarde. Cosa de que no pase lo que conté acá. Pero típico argentino vivillo me dijo "si no pregunta no le digamos nada". Onda que fluya. Total, él deja ahora ahí la colonia, nos vamos de vacaciones y la vuelta arranca el otro jardín del cole todo el día. "Tal vez ni se da cuenta" , agregó.

Mbue. Hoy se nos quemaron los libros. Cuando lo voy a buscar arranca la charla contándome que si seño (que ama y extrañó todo enero porque recién volvió este lunes) le dijo que lo iban a extrañar. Yo haciéndome la gila pregunto porqué. Y el otro super relajado me dice: "Porque no voy a ir más. Por eso me van a  extrañar." (Un nudo atacó mi garganta).

Al toque cambió de tema, yo le seguí el juego y la tarde pasó. Pero mi cabeza siguió pensando todo lo que vivimos en estos 3 años y un poco más. Recordé el primer día que fuimos a conocer esta guarde. Y el detonante que me hizo elegirlas: ver la cara de los chicos realmente FELICES. No se cómo explicarlo. Fue una sensación, una energía positiva dirán algunos... vibra... no se. Sólo se que desde el primer día supe que ahí Joaco iba a estar muy bien. Y así fue. El primer día que lo dejamos tenía 5 meses. Ni siquiera se sentaba. Pero era todo sonrisa cuando elpadre agarraba la mochilita para llevarlo.

¡Cuánto cambió! ¡Y cuánto nos ayudaron a a crecer a los 3! No se si acá lo escribí pero más de una vez le dije a mi mamá que... (después de pasar un finde largo con Joaco) "Yo estoy convencida que a las seños les pago poco por lo que lo aguantan!"  Es que nos bancaron en tantas! Recuerdo cuando Joaco tenía un año y se enfermó mal elpadre y por prescripción médica no podía estar él con Joaco. En ese momento Joaco iba solo de tarde. Mis padres y suegros viven a 60 km. Y yo tenía que ir a trabajar. Caí con el nene a las 9, les pregunté y lo tuvieron hasta que yo pude volver. Ahí fueron seños, familia y amigas. Lo mismo cuando nació el hermanito y murió mi suegro. Fueron y son gigantes inolvidables.

Claramente me cuestan mucho las despedidas. Porque las arranco antes que pasen y las sigo despidiendo cuando pasaron. Lo loco es que soy yo la que estoy llorando. A Joaco lo noté re tranqui, superadísimo. No se si se hace el fuerte. No termina de entender qué va a pasar. O se lo tomó super bien. Como un crecimiento, un cambio para bien. Bueno de hecho al jardín del cole fue todo el año pasado medio turno. Es decir, ya conoce a los compañeritos y el lugar, y le encantó tanto que durante todo diciembre preguntó cada día cuándo iba a volver.

¿Ves? Ahí es donde yo creo que empiezo a vivir su vida al entristecerme por dejar el jardín. ¿Me leíste? ¡Escribí dejar el jardín como si fuera yo la que se va de la guarde al cole! Claro es que vos entrás ahí y se respirá ambiente a casa. Yo los veo a los chicos tan sueltos, libres y felices como en las casas de abuelas. Corriendo, cantando, pintando, aprendiendo, disfrazándose, abrazándose,saludando y haciendo amigos. ¡Cuánto se van a extrañar! Los veo a ellos y me veo a mi, llorando porque mi mejor amiga se cambió de cole cuando terminamos el jardín y arrancamos el primario. (Nota mental: arrancá terapia).

No me queda más que agradecer todo el amor, paciencia y vocación que estos hombres y mujeres le dan cada día a mis hijos. Soy feliz porque los veo felices y porque veo que los educan en la pluralidad, en la igualdad, en el respeto, con valores y priorizando el pleno bienestar de cada chico.

Voy a secarme las lágrimas antes de que me vea Joaco. A ustedes ¿les pasó algo así?

miércoles, 22 de enero de 2014

Y se va la segunda

No se porqué el ser humano se dice inteligente si necesita por lo menos caerese dos veces con una misma piedra para aprender a esquivarla. Eso más o menos pasa con el segundo hijo. Una se va acordando a medida que el retoño crece de Uh! cómo dolía dar la teta, Uh"! cómo se despierta cada 3 horas! Uh! qué maldita época los dientes!, Uh! como se ensucia cuando arranca a comer!... y mil etcs. Es como que una ha avanzado con el crecimiento del grande y la segunda vivencia te hace sentir que retrocediste mil casilleros. Una de esas tantas vivencias que seguramente debo haber olvidado pero como leerán me ocupo de anotar para NO volver a tener un hijo y tener que pasar por ella es: la famosa crisis del 8vo mes. Hace un poco menos de 3 años escribí esto sobre mi experiencia con Joaco. Para las que aún no lo han vivido o tuvieron la suerte de zafarla les cuento que es como una super angustia que le agarra al pibito porque, al empezar a moverse queriendo gatear, se da cuenta que vos y él ya no comparten un mismo cuerpo. (Gracias a Dios!!) Onda que el chico tiene un delay de locos. Pero sí, dicen que si no estás se puede sentir abandonado y de grande ser inseguro... la cosa es que hoy no se si es verdad o complot. Pero está insufrible.

Cuestión que, luego de dejarlo en la mantita de actividades y con la vana idea de ir a merendar, apenas me incorporo desde el suelo hacia una silla bebe llora desconsoladamente cual niño que le acaban de arrebatar su juguete más preciado. Lo miro sonriendo y le aclaro, mamá va a la cocina y viene. Pero simplemente al no verme redobla su apuesta de llanto. Que, si no les dije. Debería medir con esos aparatos del subte los decibelios, ya que estoy convencida -y se lo dije- mientras me taladre con ese llanto cuando arranque a hablar no lo voy a poder escuchar. Ya recibimos bastantes comentarios de vecinos tipo "ese que llora es tu hijo? (3 pisos arriba de donde vivo). Tierra tragame.

Sordera aparte. Y volviendo al ataque de individualismo que me agarró, le tiré una frase mortal al exageradamente hijo pegote que tengo. Digna de una desalmada. Fue algo así: "Hijo, ya pasaron los 9 meses y saliste. NO podés vivir las 24 horas arriba mío. ¿Sabés cuántas cosas vas a querer hacer sin mamá?" Sí, me zarpé. pero viste cuando lo necesitás vomitar porque si te lo comés te hace mal. Bueno eso. Después me arrepentí un poco. Sobretodo al ver su carita de Gato con botas de los ojos llorosos de Shreck. Y reflexioné.

Este pegoteo madre-hijo va a ir mutando de exagerado. Hoy es él el zarpado que quiere vivir 24 hs conmigo y dentro de 3 años me va a echar del jardín con un demoledor "Chau mamá" mientras me cierra la puerta en la cara. Y ni hablar de cuando invite amiguitos. Será: mamá traenos la leche y andate. Aunque lo mejor será en preadolescencia cuando soy literalmente un quemo para ellos. Ahí el "Chau mamá" va a ser por lo bajito y haciéndote señas de que te hagas humo y ni se te ocurra preguntarme a que hora vuelvo. Y ya se les ocurrió pensar en cuando te echen de tu propia casa porque quiere quedarse solo con la novia (amiga con derechos, chica que conoció hace 15 min, o similar).

Todo esto me lleva a pensar en aprovechar la exageración de amor actual y guardar para cuando pasen estas cosas. Una especie de hibernación. Pegotearnos ahora todo lo que podamos para no extrañarnos cuando sea grande. Pero shshhh! No le digan nada, a ver si de grande me sigue abrazando tanto como hoy. 

jueves, 2 de enero de 2014

Hay algún comunicador en la sala?

Desde mis lejanos 18 que mantengo una estrecha relación con la comunicación. Soy Licenciada en Publicidad, Redactora publicitaria y recientemente recibida de Profesora de nivel medio y universitario también en publicidad. Este despligue de laureles no es para hacerme la canchera, ni buscar trabajo (aunque siempre un dinerillo extra viene muy bien, cualquier cosa escriban a: magaliarrigo@gmail.com jaja) y hacer una breve autocrítica de la cantidad de veces que le eché en cara a mi familia que eran muy calesiteros para decir las cosas.

En fin, les cuento lo que pasó hoy. Como muchos padres de clase media, que no cuentan con la ayuda de abuelos u otros parientes cercanos que les cuiden los chicos durante las vacaciones, debemos mandar a mi hijo a la colonia básicamente para poder trabajar. En nuestro caso, elegimos que siga yendo a la guardería donde va desde que tenía 5 meses. El tema es que este año fue allí solo por la mañana, ya que a la tarde iba al colegio donde conseguimos vacante (toodo un triunfo). Y, para no perderla, nos embarcamos en la locura de armarnos nuestra doble jornada partida, con almuerzo en casa con papá. Un delirio que no le recomiendo ni a mi peor enemigo. Hoy 9 meses después puedo decir con orgullo que salimos airosos, pero nos faltaba el cierre del asunto. ¿Cómo hacer para que el niño finalmente deje esta guarde y vaya 8 horas al cole donde finalmente conseguimos vacante en jornada completa. La estrategia: que fuera ahí de 10 a 17 para refrescarse en la mini pile que tienen, disfrutar con sus amigos y el aire acondicionado. Una especie de auto-despedida de la guarde, de esos amigos con los que compartió casi 4 años y las seños que adora.

La cosa es que nosotros lo teníamos tan internalizado, que ninguno de los dos le dijo nada hoy a Joaco por la mañana cuando lo dejamos en la guarde. Entonces, pasó lo obvio. Él creyó que a las 12 pasaba papá a buscarlo para ir a almorzar a casa. Así fue como se juntó solito su mochila y lo fue a esperar a la entrada. Y, por más que las seños le dijeron "Hoy te quedás a comer acá con los amigos, dormís siestita y después viene papá." El muy cabezón esperó un largo rato a papá, no durmió nada y recién se le pasó el alune cuando llegué yo a las 15.30 a buscar a su hermanito (o sea, ni siquiera le tocaba salir, pero me lo llevé por culposa).

Mientras me contaba todo lo sucedido la directora, que estaba en la puerta cuando lo fui a buscar, lloraba por dentro. Me acordé de las 2 o 3 veces que se habían olvidado de irnos a buscar a mi hermana y a mi al cole (boluda grandota era). ¡Qué feíto! Decí que nos dábamos ánimo entre nosotras y a veces, hasta de yapa, ligábamos almuerzo con las monjas. Me sentí suuper mal. Primero porque hoy, podría haber ido a las 12 cuando nos esperaba, segundo porque... era obvio: ni mi marido ni yo le contamos nuestro plan... pobrecito ¿Cómo procesa ese abandono un nene de 3 años? ¡Cuánta angustia! De camino a casa traté de explicarle que mamá y papá habían estado mal, que deberíamos haberle dicho.

¿Para qué estudiaste tantos años objetivos de comunicación y teorías de comportamiento del consumidor? ¿Para qué gastaste tanta guita en apuntes interminables de "emisor - mensaje – receptor"? ¿En cuántas reuniones de cliente interrumpiste diciendo "¿Pero qué quieren comunicar?" Claramente, hoy: se te quemaron los libros. La verdad es que él se olvidó al toque de lo que pasó. Pero a mi me llevó a reflexionar sobre cómo cumplimos tantos roles (mamá, profesional, estudiante, hija, esposa) dividiendo la info en compartimientos estancos. Cómo nos ponemos distintos disfraces cuando salimos o entramos a la guarde, a la oficina, al super, a casa; pero, ¿No se nos ocurre mezclar cada tanto uno con otros? ¿Pensar en cómo decirle esto para que haga tal sin que haga berrinche? Eso también es comunicar. Tratar de que alguien haga algo si yo le ofrezco tal mensaje: casi casi que de alguna manera también es publicitar. Claro, son mucho más atractivos e interesantes los datos de audiencia que nos llegan por mail, o las ideas que ganan premios, salen en la tele o son recordadas por la gente. Pero... ¿qué mejor que usar nuestro laburo para enriquecer la relación con nuestros hijos? ¡Será que al árbol no nos deja ver el bosque? ¡Que lo esencial realmente es invisible a los ojos? ¿Será que la vorágine en la que vivimos nos exige metas tan altas en cada rol, que se nos hace imposible cumplirlas? Aprovechando el inicio del año, me quedo con tratar de combinar trabajo y maternidad. Después les cuento cómo fue.